LEER Y ESCRIBIR EN TIEMPOS VIOLENTOS
La lectura y escritura en tiempos de violencia generan una práctica socio- cultural que contribuye en primera medida a que todos los acontecimientos queden documentados, lo que permite que generaciones futuras tengan conocimiento de dichos sucesos. La literatura hace parte del arte y como dice Martí “el arte enaltece al hombre con su contacto…El arte no da apariencia a las cosas si no sentido” De ahí que hablar sobre violencia en la literatura es vital importancia ya que habitamos en una sociedad supremamente violenta, la cual es difícil de ignorar ya que directa o indirectamente nos toca a todos, y para poder entender la sociedad en que nos movemos, debemos necesariamente leer y escribir sobre violencia, ya que como afirma Martí “la literatura es un reflejo del alma del pueblo en que se crea” esto servirá para poder replantear muchos de los aspectos que nos han llevado a ser violentos y así tener la posibilidad de redimirlos.
Varlam Shalamov, revolucionario ruso que padeció en Kolymá, una de las islas del archipiélago Gulag, desde 1937 a 1953, nos muestra una de las razones de porque escribir sobre violencia. “Del primer día al último, el campo es una escuela negativa, el hombre no debe ver eso. Y sin embargo ya que los has visto debes decir la verdad por pavorosa que sea… Hace tiempo que he decidido dedicar a esta verdad el resto de mi vida.”[1] Shalamov muestra claramente en el anterior escrito una pasión por trasmitir lo intrasmisible, los sucesos por más aterradores que se presenten deben ser contados, no se debe callar o se estaría contribuyendo a legitimarlos.
La escritura permite generar opinión y contribuye a promover el diálogo que sirve para mirar alternativas o posibles soluciones, hace pensar al lector sobre lo que está sucediendo, y el papel que este juega o debería jugar para contribuir a la formación de una sociedad más justa, más equitativa.
Susana Rotker dice que “no se puede vivir a espaldas de la violencia, resguardarse y tratar de alejarse de esta”[2], se debe ser participante, activo en la sociedad, contribuyendo así a que la minoría que genera la violencia no condicione la vida.
Desafortunadamente en muchas ocasiones parece que la batalla contra la violencia se está perdiendo, y lo que se lee y escribe sobre el tema solamente sirve de ejemplo, para que, como afirma Rosana Reguillo, “la violencia es un virus y la única alternativa es la violencia misma”, [3] un virus que la humanidad no ha podido combatir y cada vez muta en algo peor sin poder conseguir la vacuna para frenarlo. Esto es palpable en la sociedad Colombiana donde día a día los actos violentos en lugar de disminuir aumentan y cada vez se ven más casos desgarradores, ya sean por causa del conflicto armado, delincuencia común, o particulares. Es común ver en periódicos que la materia prima de sus columnas son artículos sobre asesinatos, masacres, violaciones de menores, etc. Es de esta forma que la lectura de estos hechos sirve para dar cuenta de que la sociedad es muy susceptible a la violencia sin importar el estado socio económico, nivel cultural, o creencias religiosas.
Edilson Carrero
[1] Tinta Animal, ideas en cuatro patas o más… pensamientos no domesticados, objetos y producciones varias, julio 10 de 2004, disponible en http://www.ilhn.com/magu/archives/002076.php
[2] Milagros Socorro, Susana Rotker, escritura y violencia, disponible en http://www.analitica.com/Bitblio/msocorro/rotker.asp
[3] Reguillo Rossana, La invisibilidad Resguardada: “Violencia(s) y gestión de la paralegalidad, en la era del colapso”. Alambre. Comunicación, cultura. No 1 Marzo de 2008. Disponible en http://www.revistaalambre.com/Articulos/ArticuloMuestra.asp?Id=16