sábado, 5 de marzo de 2011

CUANDO VIVIR SE VUELVE UNA INSTRUCCIÓN…

Toda mi vida he estado en las aulas, entrando y saliendo, aunque nunca fui buena estudiante, nunca me gusto faltar al colegio y después de haber reprobado un año, estaba segura que solo en clase me sentía a salvo. Pero… a salvo de qué? A salvo del mundo de verdad, al mundo cruel que estaba en mi casa y en el camino solitario que tenía que recorrer para llegar a ella. A pesar de ser etiquetada como una de las peores de la clase, siempre ocupando los últimos puestos, era allí donde escribía y leía sin restricciones, cartas, notas, mensajería instantánea en pedacitos de las últimas hojas de los cuadernos, y era yo, lejos de las novelas de la tarde y el sonido ensordecedor de la pulidora y la soldadura de mi abuelo. Así que fue en el colegio donde en la tranquilidad de sus paredes aprendí a amar las palabras. De pronto, la paz de las letras se vio alterada por la rendición de cuentas, entonces, tenía que dar informe detallado de lo que había leído por medio de resúmenes que no sabía hacer, de volver a los textos para buscar respuestas a los interminables cuestionarios de recuperación de información y control de lectura, y allí me enoje con la lectura y nuestra relación no volvió a ser la misma por muchos años, cuando Clara Cuervo habla en uno de sus textos de la predisposición a rechazar la lectura y la escritura y de cómo esto se traduce en tedio y rechazo a la vida misma, me recuerda este triste periodo de disgusto con la lectura y la escritura que viví, pero que afortunadamente he superado.

Hoy como maestra, tengo que ingeniarme la manera de torear estas cornadas de los libros de comprensión de lectura llenos de actividades de selección múltiple y aburridos ejercicios para subrayar la idea principal, todo para desarrollar las habilidades necesarias para seguir instrucciones, es casi como la mecánica de copiar del tablero en determinado tiempo, entiendan o no "¡deben leer y escribir!", La presión para que los niños adquieran la mecánica de la copia es muy fuerte en el colegio, los afanes y los gritos que rayan en el irrespeto con los estudiantes me aturden un poco, no quisiera estar en el puesto de los estudiantes cuando la profe grita, y esas actitudes donde al abuso de autoridad y negligencia por parte de los docentes apartan a los niños y las niñas del deseo de aprender y de explorar, hago un llamado a la dulzura de las y los profes, hago un llamado al acompañamiento, a la cercanía. Pellizquémoslos con cuentos de fantasmas y casas embrujadas, empujémoslos con historias de robos y asesinatos con detectives astutos, deleitémoslos con las recetas de gramática de Rodari. Hagamos de las aulas un refugio seguro para nuestros niños, así nos digan que nuestro salón es el más indisciplinado dejemos compartir historias fantásticas.

1 comentario:

  1. Sabes como sueños yo un aula mia, un aula flotante con muchas puertas y ventanas, y sostenidas por globos...

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